domingo, 30 de agosto de 2009

EL ENK’AYCHO


Refiere la leyenda que antiguamente las tribus de aborígenes que moraban en zonas despobladas de semovientes como llamas, alpacas, vacas u ovejas, en las noches de luna llena o luna nueva tenían que estar atentos a la visita de El Alto (2) al que los pobladores llamaban Hatun Cuna(3), quien a veces se encontraba de paso conduciendo sus llamas, alpacas u otros animales.

Los campesinos lo esperaban con ansiedad para clamarle que los oiga, que se apiade de ellos sus hijos huérfanos. Si estos lograban convencer al Alto, este les dejaba el alma de los animales o el Enk’aycho que para la vista de ellos era como cualquier animal, al que ellos llamaban cariñosamente Enk’a (4), y con mil agradecimientos y demostraciones de vasallaje lo recibían, para arrearlo con cuidado a sus apriscos que con ese motivo previamente tenían preparados.

Una vez que el espíritu del animal era asegurado en el corral, se transformaba en un ser de carne y hueso, al cual cuidaban con bastante celo, para de esta forma beneficiarse con su carne, su lana, el cuero, la boñiga o excremento el cual usaban como abono de las chacras o combustible para preparar sus alimentos. 

Estos animales conocidos como Enk’aychos seguramente procedían de otros lugares donde el pasto escaseaba, y conducidos por lo Hatun Cunas se movilizaban solo de noche en busca de mejores praderas que tuvieran agua y forraje abundante. Se dice que si el Hatun Cuna no estaba de buen humor, o tenia compromisos de dotar de animales a otras regiones, pasaba de largo con su manada sin detenerse, ni hacerse ver por los campesinos, evitando así le molesten con sus clamores.

Se afirma que el enk’aycho es un animal macho de carácter espiritual, encargado de fecundar a los animales hembra en aquellos rebaños que carecen de padrillos. 


En periodos de lunación el Enk’a como también es conocido, se presenta en corrales de vacas, caballos, apriscos de llamas o alpacas que carecen de animal padre, con el único objetivo de cruzar al animal hembra que en ese periodo esta en celo, salta al corral haciendo alboroto como para llamar la atención, bramando en el caso del toro , relinchando en el caso del caballo. 

Una vez en el corral empieza a corretear a la hembra hasta detenerla y cuando logra su objetivo, durante toda la noche fecunda a la hembra las veces que el quiere, como un padrillo verdadero al que no le falta nada, permaneciendo en el corral desde la hora que se presenta hasta las cuatro de la madrugada, hora en que desaparece. 

Dicen que la presencia de esos raros seres es frecuente en los lugares donde existen huellas de su paso en forma nítida, a veces queda impresa la huella del animal en roca viva a la vista del curioso o interesado, o también una roca que toma la forma de una cabeza del Enk’aycho, rocas que semejan la forma de un animal parado, rocas con pisadas de llama, toro, caballo o alpaca. Tambien cuentan que en los lugares donde aun se conservan estas señales, los dueños son beneficiados con el ganado de mejor calidad y mayor fecundidad, como que se procrean con increíble rapidez. 

Por este motivo los campesinos en aquellos días que les toca invocar y ofrecer ofrenda a la tierra o a sus dioses tutelares, también van ha rendirle homenaje a las huellas del enk’aycho, lugar donde según la creencia de esos nativos mora el alma del animal, por eso en esas fechas acuden a esos lugares para pedirle al Enk’aycho siga favoreciendolos con sus dádivas aun en cosas insólitas, casi inverosímiles, inexplicables hasta cierto punto, que para aquellas personas que no son afectas a esas creencias, son puras falacias, casos ilusorios, mentiras o meros inventos de la gente del campo, pero para el campesino nativo quien le atribuye al enk’aycho inexistencia real, esas dádivas son ciertas, y por eso sabe perfectamente que solo en las noches de lunación estas apariciones se manifiestan , y aquel que no cree en ello, también podría apreciar, ver y comprobar personalmente la materialización de esos fenómenos.

(1)Enk’aycho: Nombre como se conocía al espíritu del padrillo de los animales
(2)El Alto :Dios padre de los apus, auquis y otros dioses tutelares.
(3)Hatun Kuna: Nombre quechua de El Alto
(4)Enk’a: Diminutivo de Enk’aycho

Nota del autor: Cuando era niño fui testigo presencial del fenómeno enk’aycho, cuando me encontraba de visita en la propiedad de mi abuelo materno.



AUTOR: Miguel David Zapata Alvarez

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