domingo, 19 de diciembre de 2010

CUENTOS SOBRE ALGUNOS CONDENADOS

Los siguientes cuentos versan sobre aquellas personas conocidas como condenados, quienes debido a su vida terrenal azarosa al margen de la ley, y que una vez que dejan de existir sus almas son confrontados con la justicia divina, siendo sus acciones vividas en la tierra sopesadas y juzgadas, y cuando se encuentra que están en falta no se les permite ingresar al Reino de los Cielos, en lugar de ello vuelven a la tierra en busca de sus cuerpos, que en algunos casos ya han sido sepultados o están en estado de descomposición.

De esta forma los condenados en cuerpo y alma deberán purgar sus malas acciones en la tierra, vagando por lugares extraños, inhóspitos, como un monte alto inaccesible, o una cueva deshabitada inubicable, a veces se les ve habitando un barranco agreste y profundo, etc.

Primer Caso: 

Tres jornaleros conducían ganado vacuno con destino a la ciudad de Arequipa, por un terreno solitario seco, totalmente despoblado carente de pastos y agua, cierto día de su trajín, tropezaron con un cerco de piedras, cuya puerta también estaba asegurada con piedras.


Como la noche ya se aproximaba, decidieron descansar en dicho lugar, asegurando el ganado en el corral, entonces cada cual busco su comodidad para poder vigilar a los animales que estaban intranquilos.

A cierta hora de la noche los jornaleros de un momento a otro sintieron que la sangre se les congelaba y el alma les abandonaba, no podían articular palabras entre ellos, de pronto un viento extraño y fuerte empezó a soplar con estrepitoso sonido, y así como llego se detuvo en un silencio sepulcral.

Mientras tanto los jornaleros no podían detener sus corazones acelerados por la impresión sentida, estaban mudos e inmóviles a punto de sufrir un infarto.

De pronto se escucho un grito terrorífico en voz alta: ¡Cuerpo húmedo que alegre descansas! , ¡Levántate!.

Entonces a un metro mas o menos de uno de los jornaleros un bulto del suelo brotó y dirigiéndose al viento pregunto, ¿a donde a ordenado ir?.

El viento, que no era otra cosa que el alma del muerto condenado, el cual había sido enterrado ese día, tomo el cuerpo consigo y a una velocidad con estrépito tal como vino se alejo del lugar.

El ganado estaba completamente inquieto y espantado, acercándose en todo momento a los contornos del cerco querían salir en estampida, había ocurrido que los jornaleros por ignorancia y por la oscuridad de la noche habían decidido pasar la noche en un cementerio.

Segundo Caso:

En las faldas del nevado Ausangate (1), había una cabaña donde se alojo cierto personaje que narró este suceso.


A cierta hora de la noche el dueño de la casa y la gente que habitaba en ese momento la casa, sintieron un griterío infernal que se aproximaba a la vivienda, el dueño de la casa  a toda prisa, ordeno que se esparciera inmediatamente izaño (2) cocinado a todo el perímetro de los corrales.

El hombre alojado sintió curiosidad por averiguar tal alboroto, entonces quiso salir del domicilio y ver que era ese griterío, el dueño de casa trato de impedirle la salida diciéndole, que no saliera ya que los animales que estaban bajando del nevado podrían causarle algún daño.

Pero el ambiente y el aire que se respiraba en la casa, sugerían que algo tenebroso estaba por ocurrir, además el dueño y los demás acompañantes mostraban extraños signos de resignación, así que salió solo y como la noche era clara, pudo ver de principio a fin que el griterío no era provocado por animales, por el contrario eran cuerpos de humanos maltratados que se movían como zombis, seguramente las almas estaban en estado de condenación, y que ahora como otras veces estaban bajando hacia las faldas del cerro en busca de alimentos, y que una vez satisfecha su ansiedad de alimentarse, otra vez empezaban el camino de regreso,  escalando las cumbres del Ausangate.


Posteriormente se entero que esta acción, los condenados la realizaban una y otra vez por las noches, hasta que sus pecados lograsen ser borrados por completo. El izaño se esparcía al contorno de los corrales para que los condenados no se acercasen al ganado.

(1) Izaño : tubérculo andino parecido a la papa
(2) Ausangate : Nevado famoso en la Region del Cusco


Tercer Caso :

En cierta ocasión un viajero en camino hacia Arequipa, fue alcanzado por la oscuridad de la noche en el lugar conocido como pampa de arrieros.


Como se sentía cansado busco un sitio aparente, para poder descansar después de la larga jornada, por ahí encontró una roca de regular tamaño que tenia una abertura similar a una cueva en la que se acomodo.

Como no podía conciliar el sueño se puso a prender un cigarrillo y comenzó a fumar, en ese lapso de tiempo vio que un pequeño bulto, misteriosamente se acercaba a toda prisa con dirección hacia el, le pareció algo extraño y le entro la curiosidad por saber que era.

Cuando el bulto estaba a regular distancia vio que poco a poco tomaba la apariencia de una mujer, la cual estaba con el cabello suelto.

Pero su sorpresa fue mayor y casi no pudo salir de su asombro, cuando vio que la mujer que se acercaba era su madrina, que había ocurrido?, porque esa señora estaba en esas fachas y en ese lugar tan lejano?, se preguntaba y no encontraba una respuesta razonable.

De pronto la mujer se detuvo frente a la roca, y en ese momento apareció a la vista una balanza grande con dos platillos, la mujer apresurada subió a uno de los platillos y la roca donde se alojaba el viajero trepo al otro platillo, ¡que insólito! le parecía lo que veía, ¡no podía creerlo!.

Pero grande fue su sorpresa al ver que la mujer inclino la balanza para si, ¡que raro! se dijo, la mujer pesaba mas que la roca, entonces le entro miedo, pensó que la roca al volver a su sitio podría aplastarlo, y como enloquecido empezó a correr en la noche lejos de aquel lugar, no pudiendo ver que habría sucedido finalmente con la mujer y la roca.

Cuando el hombre volvió a su pueblo de primera intención fue en son de visita a la casa de su madrina, y al inquirir acerca del estado de su salud, le respondieron que había fallecido el día sábado de la semana anterior.

Ya de regreso en su casa con mas calma, empezó a sacar cuentas, comprobando que la noche que el había visto a su madrina en Pampa de Arrieros, había sido precisamente el sábado de la semana anterior, entonces un aire frío, helado se apodero de su cuerpo.

Cuarto Caso :

Un hacendado algo ya mareado se dirigía a su casa, y en el camino se tropieza con su compadre, quien ya había finado algún tiempo atrás, y venia en sentido contrario.

El hacendado repuesto a medias de su sorpresa, y como se encontraba realmente pasado de copas de mas, tomando valor se animo a hablarle a su compadre finado, quien entre otras cosas le confió un secreto, diciéndole: Mi querido compadre, te suplico vayas a mi casa, donde tu comadre se encuentra triste y solitaria.

¡Mira compadrito! Continuo hablando el difunto, en el centro de mi cocinita tengo un dinerito guardado, el cual esta enterrado en una olla, lo he puesto así compadre para protegerlo de la humedad, ¡por favor!, le pidió, recoge ese dinero y repártanse con su comadre ¿la pobre sabe Dios como estará?. 

El hacendado sorprendido por tamaña confesión, se reincorporo y le dijo: ¡No te preocupes compadrito! ahora mismo, me dirigiré a tu casa y haré lo que me pides como me indicaste, ¡no faltaba mas compadrito¡, ¡pierde cuidado¡ y palmoteándole en la espalda se despidió del difunto.

Cuando se encontraba a cierta distancia del lugar donde se había topado con su compadre, la borrachera se le había quitado como por arte de magia, y comenzó entonces a preparar un plan para satisfacer su codicia, ahora cada vez mas creciente.

En la primeras horas de la mañana siguiente se presento en la casa de su comadre, a quien después de saludarla, le refirió que se había enterado por boca de otros, que su compadre estaba penando después de su muerte, apareciendo por las noches en los cuartos, abriendo puertas, provocando ruidos y otros que estaban asustando a la gente, su comadre con tristeza y resignación asintió afirmativamente, entonces el compadre le propuso limpiar la casa en una determinada fecha, su comadre quien escuchaba atentamente, secundo con agrado la idea de su compadre.

Entonces el hacendado se dirigió con la mirada a su comadre mientras seguía hablándole como autómata, pidiéndole realizar las siguiente acciones previas para conseguir el supuesto conjuro de sanacion: Que por esta vez, ella su comadre el día de limpia se aloje en casa de alguno de sus vecinos, que deje cerradas todas las puertas de los cuartos de la casa, si era posible asegurada con candado, excepto la cocina donde se efectuaria el conjuro prometido, que consiguiera todos los menjunjes necesarios para sanar la casa como son: coca, agua bendita, incienso, látigo, etc., también le pidió que preparase una cama para poder descansar después del acto de la limpia.

Como era de esperar el compadre ambicioso, el día acordado se presento una vez mas en la casa de su comadre, comprobó que ella no se encontraba en casa y que todo había sido cumplido por la mujer al pie de la letra, asimismo el compadre ambicioso había dejado asegurado cerca a la casa 2 caballos, para poder transportar el dinero escondido del que le había hablado su compadre difunto, una vez ya solo, procedió a excavar en el lugar indicado por el condenadito, habiendo encontrado efectivamente el dinero intacto y en abundancia, acto seguido procedió a recogerlo con avidez hacia 02 alforjas, los cuales los cargo en los caballos previamente preparados y se marchó, nunca mas se acordó de la pobre viuda, menos de la promesa hecha al difunto.

Autor: Miguel Zapata Alvarez

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