domingo, 19 de diciembre de 2010

EL ZORRINO BAILARIN


El Zorrino es un animalito mamífero pequeño de color negro, lomo blanco, hocico puntiagudo, patas cortas, cola larga, y en la parte trasera lleva una bolsa conteniendo una sustancia grasienta muy apestosa, la cual usa como medio de defensa cuando se ve atacado. Es un animal propio de los pajonales de la serranía andina, las leyendas del campo cuentan que es un buscador de tesoros escondidos, minas enterradas, etc.
Los día lunes de carnaval los habitantes del Ande, acostumbran realizar el pago a la Madre Tierra o Pacha Mama, los Auques, los Machos (como Macho P’ichu, cerro terminado en punta) y otros dioses, todos tutelares del poblador andino, en ese día de fiesta pagana como parte de la ofrenda, se arman fogatas donde queman cebo de llama, cebo de oveja, hojas de coca, maíz en choclo, pan de oro, pan de plata, semillas de coca y otros menjunjes que para tal propósito consiguen.

Cuentan que cierta vez después de terminada aquella ceremonia de lunes, un joven campesino se recogía a su casa, borracho como un odre, dormido sobre su cabalgadura, a una determinada hora pasada la media noche, que para exagerar era tenebrosa y lóbrega, el caballo que cabalgaba al observar un bulto que se movía se espanto, percance que impulso que el joven despertara de su letargo, alcanzando apenas a sujetar por las riendas al animal asustado, entonces vio una figura espectral que se movía, cuando el alba empezó a aclarar su visión, el fantasmal bulto seguía moviéndose, entonces vio un enano curioso que al son de una música rara, y con la luz de la noche danzaba con verdadera gracia y gusto. 

El desconcertado expectante se pregunto que podría ser aquel danzarín, ¿un niño?, no podría ser, ¿un duende quizás?, ¿un animal?, lo dudaba, ¿un espíritu maligno?, pueda que sea, "Tengo que averiguarlo", se propuso, entonces apeándose del caballo con zurriago en mano por las dudas, procedió a aproximarse al bailarín, de pronto mientras más se acercaba el miedo comenzaba a posesionarse de su cuerpo, repentinamente se armo de valor y vocifero a voz en cuello, ¡Espíritu Maligno retírate de mi camino!, ¡no me cierres el paso!, de pronto levanto el chicote en alto y arremetió contra el pequeño danzarín, mientras le gritaba ¡toma por tu osadía lo que te mereces enano del demonio!, Sacudiendo el chicote sobre el pequeño en dos oportunidades, el primer azote le voló la montera que llevaba, el siguiente latigazo lo levanto del suelo en vilo, fulminándolo al instante, como la prenda de cabeza del enano seguía rodando cuesta abajo, con las piernas aun tambaleantes producto de la borrachera, corrió tras de ella con la intención de apoderarse y así poder llevársela de recuerdo, por fin pudo alcanzarla y cuando la tuvo entre manos, grande fue su sorpresa al comprobar que era una simple bosta, entonces mascullando palabras indescifrables arrojo el objeto bien lejos, decidiendo volver al lugar del castigo.

Cuando ya estuvo en el sitio donde ocurrió todo, no encontró rastro alguno del enano, había acontecido que mientras el inexperto joven corría tras la montera, el pequeño enano que no era otro que un pequeño zorrino, se había recuperado del maltrato sufrido y arrastrándose apenas logro alcanzar su madriguera, sintiéndose ya seguro procedió a revisar sus heridas, hallo que la furia infernal del campesino le había reventado la panza, dejando al descubierto sus tripas maltratadas, ni que hablar de una de sus orejas perdida por el impacto de uno de los feroces latigazos, o parte de su cuerpo que ahora lucia desollado. 

Entonces en tono lastimero mientras le ahogaban las lagrimas se quejaba diciendo, "¿Qué haré con mis heridas? Aquí no hay medicina, menos aun médico que me cure las heridas o pueda calmar mis dolores", no cesaba de repetir que tomaría venganza contra aquel malvado campesino, ¡ya se las verá conmigo ese jovenzuelo maldito!, ¡mi venganza será dulce!, ¡mi rencor será inapagable!, ¡en la primera ocasión que se me ponga en frente le cegare los ojos!, ¡averiguaré donde vive y cuando llegue a su casa limpiare la argamasa de barro de la cimentación!, ¡lo debilitaré carajo!, ¡para que toda su casa se derrumbe el día menos pensado! juraba, ¡ojalá que la muerte cargado de su guadaña lo visite al infeliz! maldecía.

El criminal campesino que de una vez por todas, quiso desaparecer a la infernal criatura, aun no se había marchado del lugar, al ver que el enano había desaparecido fue a merodear por los alrededores, no encontrando rastros de su huida, cerca a la guarida del zorrino pudo escuchar de principio a fin los gritos lastimeros de un pobre moribundo, estos le sonaron fatales y muy tristes al campesino ahora acongojado, que decidió localizar a como dé lugar la procedencia de dichos gritos, imaginaba encontrar al enano moribundo, entonces acercándose a pedirle disculpas e implorarle su perdón, hacerle comprender que por su estado irracional, no había podido controlar su miedo y que este se había convertido en furia desmedida, siendo el pobre enano la victima de su falta de control, estuvo dando vueltas y vueltas por toda la zona, finalmente, no pudiendo dar con la madriguera del zorrino se marcho a su casa, triste y preocupado por las quejas y amenazas del zorrino que para el seguían siendo la voz del enano moribundo, lamentaba profundamente aquella noche de borrachera desmedida en lunes de carnaval.

Autor: Miguel Zapata Alvarez

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